Es la moraleja con la que termina el “Acertijo” de Alexandra San Jiménez. ¿Será por eso que algún columnista cultural de un diario local la tachó de sexista? ¿Será por eso que hoy estoy aquí En la Sociedad “Femenina” rodeado de mujeres que, con derecho y sin vergüenza, piensan y dicen lo que piensan? ¿Qué he hecho yo para merecer esto?.. Preguntaba Pedro Almodóvar a su madre cuando lo obligaba a jugar a la tacita de té con sus 27 primas…
Quizá no tengamos Letras pero aun nos queda la opinión…
Como una medusa flotando en las entrañas de un abismo o, mejor y también dicho en palabras de Alexandra..., Como si un tornado acabara de marcharse, debe haber quedado el periodista que, descontextualizando la entrevista, emitió desacertado, prejuicioso e ingenuote su opinión sobre este DELIRIO TEMPORAL de Alexandra San Jiménez. Pero esta noche aquí yo no he venido a opinar si no a presentar a tres opinadoras y una artista que sí tiene letras, y, como hay que estar a la altura y entrar con pie derecho a la sociedad lectora porteña, les doy la bienvenida a esta velada de estreno construida en base a los textos originales del DELIRIO de Alexandra y que para ser fiel a la intención de la autora he titulado…
LECCIÓN DE ASTRONOMÍA
Al igual que el quinto de sus cuentos porque en ese texto tal como hoy: Había un grupo de mujeres planeta en el universo de la vida de un hombre satelital, donde el tiempo sí era eterno, surrealista y loco, donde el sol era magnánimo y aunque todos los astros de este sistema se alinearan nunca, nunca habrá un eclipse…
Gracias Margarita Roca por abrir este encuentro como nuestra primera mujer planeta. Luego tendremos aquí a María Josefa Coronel Abogada, conductora de televisión y la visión del planeta de la lectura oficial. Francesca Fogghinni renombrada psiquiatra guayaquileña que desde su posición Saturnal nos entregará la visión de los gaseosos anillos inconscientes que subyacen en este texto. Solange Rodríguez, querida amiga y batalladora incansable de las letras y la cultura, cuentista con una visión que contiene a más de locura neptuniana, la estrictez de la noche plutónica y la pasión mercurial.
Hasta aquí las planetas de la opinión.
Pero esta noche nos acompañarán también Delia Pin, actriz performática y la violinista Marisol Montiel, que harán aparición precisa y sorpresiva cual cometas de amaneceres boreales.
A lo que he venido…
Alexandra San Jiménez dice, disfrazada de voz narrativa en “EL DIA TREINTA”:
“Los sueños se han adueñado de mis ojos y ya no sé que los diferencia de lo real. A veces creo estar soñando y al terminar el día encuentro arrumadas las hojas de lo que he escrito. Historias de lo que creí parte de lo que soñaba. En ése instante son tan reales como el papel en donde están impresas. Pienso, entonces, que debo ser una escritora y que mi oficio es escribir, pero cuando busco mis relatos, un sobresalto me despierta en medio de la noche dejándome huérfana de historias y alejándome del sueño”
Estoy seguro que este tipo de aseveraciones que acercan demasiado al escritor autor real a su alter ego narrador ficcional y que ha sido un merito para la mayoría de los artistas grandes y trascendentes, siempre confunden al lector común; lo que también es un plus, y lo llevan a imaginar que todo lo leído es cierto, ha sido vivido por quien lo cuenta y cuesta mucho aceptar que nadie ha protagonizado aquello que nos ha emocionado.
De Alexandra pocos lectores podrían adivinar que estudió Derecho en la Católica; que se fue a la Argentina para hacerse Diseñadora de jardines y Administradora de Empresas, ¿cómo así? Si en el mismo día Treinta, Cada vez que se despierta jura que toma el papel.., gira y gira rápidamente cayendo al vacío, mientras cae sabe que soñar con caídas significa temor pero, es tan fascinante volar que lo olvida por un rato y se queda dando algunas vueltas por el aire. Aire: oxigeno, nitrógeno y argón, como la canción de Mecano. ¿Referente consciente o criptoamnesia? O, de hecho, soy solo yo y mi interpretación de la lectura frente a mis propios referentes... Ustedes podrán decidirlo si se llevan el libro, autografiado mejor.
Pero cuando del vuelo se hunde en el vacío va pasando por círculos de fuego, siete, y se detiene en el último… ¿A que les suena?, a que esto tiene algo que ver con Dante, ¿cierto? Y entonces nos preguntamos seguros de la respuesta, ¿Habrá estudiado en algún taller literario de creación? Donoso Pareja, seguro, se contestará aquel lector que se ha propuesto desenmascarar a la voz y compararla con la autora. Se empecina en su Gimnasia Mental y ya no tiene duda de que la San Jiménez tiene también que ser un alma solitaria, un alma conductora urbana, alma de la movida, un alma sencilla... Así es que, ¿para qué disminuir la velocidad?
Para los concursos, pues. Para pulir los textos y dotarlos de las exigencias de un jurado y alcanzar los galardones. Para lo que ahora cito: Mis ideas huyen, aladas, golpeadas y humilladas… Las llamo para que acudan en mi auxilio, pero no vienen, lloran atrapadas por una especie de celda invisible que las aleja… Utilizo las palabras como armas: dagas, bombas, cuchillos, arsenal infinito… ¿Quién ganó la batalla? ¿Qué me hizo tan fácil de cazar? Y es que Alexandra se ha dado el tiempo de participar y ganar también. Fue suyo el concurso “Escritores del Mañana” y una mención de la revista Hogar. Pero el lector detective no se conforma con saberlo todo, siempre quiere más, siempre estará tras el ojo de vidrio que el tío William perdió el verano pasado; siempre presto a ver si ha quedado un espacio vacío donde se supone que antes debió existir algo que lo llenaba, ¿o es que los vacíos son naturales?
Ustedes, ¿qué dicen? ¿Nos ponemos en busca del ojo del tío William?, ¿esperamos a conocer el sonido de cada objeto al otro lado de la pared? ¿Nos atrevemos a mirar tras las ventanas apenas cubiertas por una fina tela transparente que insinúa todo aquello que nos es prohibido? Vamos, les invito a ser lectores detectives y llevémonos ahora mismo este Delirio Temporal de Alexandra San Jiménez a nuestra intimidad, al espacio maravilloso donde toda voz es nuestra y nuestra voz callada abarca el universo, sus soles, sus planetas, sus cometas soñados, el norte y el sur, el frío del día treinta, Todo el mundo creado, el amor y el vacío.