sábado, 23 de mayo de 2009

Para los que quieren energía.

Como aderezo a la revista de energía Cables y Barriles y el portal BITTIUM
Ha ganado la superstición


He llegado tarde a todas mis citas hoy. Ha habido un par a las que ni siquiera he atendido, no las cancelé ni las pospuse, tampoco las había olvidado, las dejé, simplemente, de lado. No tengo justificación a más de que no me dio el tiempo, pero eso no tiene importancia, no es relevante. Lo que importa es que no llegué nunca y tendré que inventar una excusa. Resultaría fácil si pudiese decir la verdad, No me dio la gana de llegar. Me fui a beber y a compartir mis angustias con un amigo, pero eso no ayuda. Si pudiera pedirle a algún santo que me arreglara la agenda, si hubiera una fórmula mágica que borrara los olvidos y las postergaciones.
No hay forma, se lo dijo por que lo sabía perfectamente, los momentos vividos son almacenados en un archivo de realidad al que no tiene acceso ni un solo bit de sentimientos. No tengo cabeza para trabajar ahora, necesito un aliciente creativo. Ver imágenes en Internet, ¿ayudaría? Pensó. Sí, se contesto el mismo. Se conectó. Como siempre fue tentado por la idea de ir a las páginas eróticas que bombardean las visitas en la red. No, quiero buscar esoterismo mágico. Parece que se está creyendo eso de la fórmula para librarse de su impuntualidad y sus irresponsabilidades. Total, en la red se encuentra de todo y si no hallo lo preciso aun me divierto.
La Cábala no le interesa mucho y realmente no la entiende, Le huye al misticismo religioso aunque esté cargado de la superstición mitológica de los albores de nuestra civilización. De pronto, ¿Qué será esto de la lógica arábica? Es la Numerología. Las combinaciones numéricas que entregan claves para la vida y el futuro, que nos aclaran las razones que llevamos escondidas en los signos que nos designan... Claro, se repite en su soledad, si existe el Poder de las Palabras, existirá también la fuerza de los números. Las cantidades son energía...
¿De donde viene todo esto? Hace rato que ha dejado el ratón libre y las páginas le aparecen solas en la pantalla. Habrá que tomarse un descanso pues parece que estoy soñando o es que mi mente ha conseguido engancharse directamente con los buscadores de la web. De sus ojos a la pantalla se descuelgan haces de luz en los que millones de bits titilan “Iunun cum laudae!.
El cree, ahora puedo decir que está convencido, que vive un encantamiento cibernético. La virtualidad de la información emana de su PC y se le graba en el disco duro, bien duro, que sus neuronas son capaces por este sortilegio de quemar, copiar, almacenar o lo que sea que hace el famoso cdwriter en el disco plateado. El no se ha dado cuenta pues sigue obnubilado por un infinito ir y venir de iridiscencias entre las imágenes que son conceptos y cantidades y su propio devaneo fantástico por encontrar la clave mágica que, sin lugar a duda alguna, le otorgará este trance para librarse de su propia irresponsabilidad.
No sabe que lo observo, ni se imagina que soy yo quien, al digitar sobre la barra buscadora “cuantum energy”, le agregué al I’ll be lucky siete trillones de Ittiums por bit de información. No lo sabe. Y de hecho yo mismo tampoco sabía que este vago me interesaba tanto. ¡Ajá! Gritó de pronto, y es que por estar explicando lo que le sucede no me di cuenta que ha encontrado al fin el camino a su salvación. ¡Esta es! Energy Iunun un salto cuántico cibernético que me permitirá descubrir los hipotéticos senderos de la realidad alterada por mis equivocaciones. Aun no lo voy a enfrentar dejaré que siga ilusionado. Me interesa que me descubra pero a su momento.
Ahora se maravilla, el discurso de la lógica arábica le abre una nueva puerta. Los números que conocemos pertenecen a convenciones gráficas inventadas por los árabes, cada signo para contar tiene tantos ángulos en su construcción como la cantidad que representa. Se los dibuja en la mente desde el reflejo en la pantalla: Uno 1, un ángulo en la esquina superior; el dos, pues dos, uno arriba otro abajo; el tres, tres; el cuatro, cuatro; cinco, el cinco, seis en el seis, en el siete descubre los siete, casi llora cuando lee claramente los ocho del ocho y, secretamente, yo me enorgullezco al verlo que tiembla con los nueve del nueve.
Ahora viene la verdad que lo turba y por un instante lo hace cerrar los ojos y querer huir del encantamiento virtual. ¿Cuántos ángulos tiene el cero? Y es que todo en la vida para existir necesita un ángulo, una perspectiva, un punto de vista, un quiebre que lo haga real. Ha tartamudeado, casi no escucho lo que dice, Bits, Iunums, cuantums, ittiums. La fórmula de la energía y de la realidad en información. Está a punto de descubrirme. No voy a mostrármele gratis. ¿Por qué? ¿Se lo merece?
Se que teme saber, pero no haré nada, debe vencer el miedo, debe superar esa tara que lo hace ser como es, tercamente desinformado, irresponsable y vago. Desde hace mucho que sus dedos no tocan ni el ratón ni el tablero y es ahora cuando sus manos como en gesto de adoración divina se alzan frente a si y lentamente van acercándose a la pantalla. La voz de su pensamiento emana de las palmas de sus manos ¿Cuántos ángulos tiene el cero? La superstición es la nada. El miedo a saber es la oscuridad de la mente. ¿Es el cero el ángulo supremo? ¿existe el ángulo que de tan obtuso se niega a si mismo? Está tan cerca y yo tan quieto. Siento la energía que emana de sus temores casi por tocarme. No se mueve, se ha detenido y las preguntas han cesado. ¿Sabe que soy yo? ¿me habrá visto ya?
Antes que su piel me haga suyo yo ya he grabado, quemado, impreso, archivado el nombre del portal que lo salvará, el único camino a su recuperación. Siento su satisfacción y en la ventana el nombre se lee muy claro, no hay más búsqueda, me ha visto, nos hemos encontrado. Soy el que soy, la marca que lo ha sellado: BITTIUM

Mi primer invitado

Desde Dinamarca, Andrés Holst, invitado de honor...
Si por lo menos, me pudiera acordar de tu nombre, le pediría a mi amigo René Oliveira que me enseñe algun truco candomblé, y así desembarazarme del embrujo que me metiste. Viste como mi alma perdida caminaba sin zapatos sobre las grietas secas de los lodos del invierno costero, viste que mis pupilas alucinadas te miraban pidiéndote posada. Me acostaste sobre tu colchón oloroso y me acunaste en tus brazos. Qué iba a saber yo que eras pastora de chivos, y que sus miradas cuadradas te habían ya dado el poder sobre los elementos. Yo llegaba a tu pueblo después de caminar kilómetros entre plantas que me rodeaban y con las que tenía que hacer guerra. Cuando llegué a la punta del poblado, estaba ya exausto, drenado, y tu me llevaste a tu cabaña. Si por lo menos me acordara de tu nombre, le pediría a René Oliveira que compre amuletos, que me lleve cerca de la reina del mar para que ella me exorcise. O acaso, ¿sería esto otro error de mi ignorancia? Ya tú me habías llevado a la orilla y estando ahi tendido, viendo el sol que se ocultaba sabía que no vería la luz del otro día. Justo era mi muerte lo que esperabas. Ya mi cuerpo estaba untado con tus unguentos ligadores. En el momento de mi muerte copularías, acaso no sería con el dueño de los chivos? Sí, pastora fiel de la tierra ardiente y del sol quemante. Y con el anzuelo que fraguaras en la noche sin luna, cocerías mi alma a tu vientre plantado. Allí estaba el destino que tenías para mi, pobre mortal desamparado. Bueno, quizá después de todo ésto, venga mi amigo René Oliveira y pueda posar sus ojos sobre tu vientre hinchado y pueda ver entretejida allí, la nueva vida que tendría. Faltan aun unos minutos para el amanecer.ca,
Andres Holst. Invitado de honor.

lunes, 11 de mayo de 2009

Presentación de "Tratados de ociología"

Tratados de ociología, Por Javier Lara Santos.

He llegado tarde a todas mis citas hoy. Hubo un par a las que ni siquiera atendí, no las cancelé ni las pospuse, tampoco las había olvidado, las dejé, simplemente, de lado. No tengo justificación a más de que no me dio el tiempo, pero eso no tiene importancia, no es relevante. Lo que importa es que no llegué nunca y tendré que inventar una excusa, por vago:

El Falo vago o, mejor, la vagancia que causa el falo
¿Qué serafín de llamas busco y soy?


Resultaría fácil si pudiese contestarme con la verdad, No me dio la gana de llegar. No tengo cabeza para trabajar ahora, necesito un aliciente creativo, compartir mis angustias con un amigo, pero, eso ¿ayuda? Si pudiera pedirle a los Santos que me arreglasen la agenda, si hubiera quien fórmu Lara magia que borrase los olvidos y las postergaciones...
No, no necesito esoterismo mágico, suficiente con ser amigo del autor de estos Tratados ¿me perdonará Javier Lara con sus Santos? Claro, siempre y cuando descubra eso de la fórmula para librarse de la impuntualidad y las irresponsabilidades... La vagancia, mijito, no significa lo mismo que el ocio, decía mi abuela. Cómo me gustaría decir que fui encantado por la carga simbólica del título: "Tratados de ociología", pero, Eso de las casualidades es tan solo otra mentira de los mentirosos, diría. Así es que deje de tocarse la pirula que eso tampoco es ocio.., me aclara ella en el recuerdo. Estas memorias han sido imposibles de borrar, y han vuelto fácil a mi leyendo los tratados, contratados en seis cuentos delatores: 4 de l4 t4rde, El festín, Buddy, Zona, Las fauces del dragón y Albur..,
Es así como se obligan, se empujan las voces. Ven, lo que yo he tenido es pereza de hablar. Sí, una vagancia de Falar. He allí la diferencia: a la vagancia la causa el falo y al ocio el Falare. La palabra que, si mal no recuerdo, es el ser de todas las cosas, pues, En el principio fue el Verbo. Y es que si yo “falo me defiendo solo”. Como el viejo don Eloy, de las 4 de l4 t4rde que, hablando de su gaver podría decir, Lo tengo muerto en vida, ¡pero aun me queda la lengua! Y lo haremos, el viejo y yo, Porque, en realidad no se sabe si todo el escándalo suicida sea cierto, a todos nos quedará el beneficio de la duda. A las cuatro en punto con tres segundos y de ahora en adelante, nos arrobaremos el efecto Tchaikosart: dos genios fornicando.
Casi todos los mamíferos, dice Francisco Umbral, menos el hombre, disfrutan o viven oralmente de su falo, quizá de allí vengan todas las homosexualidades: disfrutar del sexo de otro para ser vicario del propio. Es entonces cuando el falare y el falo se conjugan ya sin ocio, digo yo, pues los adultos que creamos con la palabra blandimos un falo/daga que imagina por si mismo. Nuestro falo/falar tiene imaginaciones que la imaginación estándar ignora. De ahora en adelante, les ruego, para no afectar susceptibilidades, aceptar el concepto falo como dijo García Lorca, el serafín de llamas que busco y soy, como la palabra que me recrea y me mantiene vivo porque no la encuentro. Esa gaver de don Eloy que es, también en boca de Lara, la Alianza de las lenguas.
Umbral también nos aclara el enigma de la feminidad de la gaver que plantea Lara, Cómo pueden decir, muerto en vida, si se trata de La gaver, no el gaver. Pues bien, en el inicio de todas las verdades está lo femenino, en lo mujer y, es así como existe, muy a pesar del macho, la mujer fálica. Cito a Umbral, No es lesbiana, es la tradicionalmente masculina, narcisista y masturbadora, fálica. Al castrarse parcial y simbólicamente, la mujer fálica llega al límite del feminismo enigmático. No ejerce la fecundación, no descifra su propio enigma, pero lo destruye.
En el cuento "El festín" hay una, Orgía multiétnica, todos contra todos, las lenguas entremezclándose en un solo lenguaje, anti-babel de la carne.., culebra humana de gemidos.., amarrados como perros, vulgar pero posible... Lara nos enfrenta a la realidad del multifalo. Pues, solo los erotismos orales funden todos los conocimientos en uno... El hombre vive desgarrado por la excesiva distancia que la evolución ha establecido entre sus dos vías más profundas de conocimiento directo del mundo: la oral y la sexual. Y, cito, El hombre desgarrado por la separación ha dado técnica, deporte y artes, como superestructuras para cubrir y amenizar la superficie plana, lisa y sosa que va de su boca a su pene.
Así, llegamos a Buddy, el barrio de los guapos del barrio, donde se habla de las Crónicas de Antinoo, donde se gesta la nueva nación de superhombres gay, donde se contesta por teléfono si, ¿está listo? ¿Listo para qué? Para Buddy, claro. Y la voz narrativa, atrapada en su falo/falar/ falare, del que no entiende nada, pero le resulta tan alucinante que dice gracias.., se queda ahí sentada en la sala, fumando, aun aguardando este desenlace, esta situación absurdamente inevitable.., ¿Surreal? Para Bataille, el surrealismo es un erotismo en su Historia del ojo, es un constante retorno al gran masturbador. Es, como dijo Quevedo, Uno que vive amancebado con su propia mano. Sin duda postmoderno y postmasturbado. Y se queda solo.
Solo como en Zona, Solo y perdido, pero no era la nube oscura en el cielo lo que lo angustiaba, ni las hojas gritando con el viento como un caballo invisible y furioso, era algo más, era su soledad, su propia soledad lo que le molestaba y le daba miedo. Así, la magia del falo funciona cuando funciona, como la magia de la prosa, y da paso al falo/lumpen, que poco tiene que ver con el lumpenproletariat de Marx, quienes se marginan de los procesos de explotación y producción para vivir. No, el falo/lumpen es el que ha tomado conciencia de las represiones y convenciones sociales, del economicismo sexual que le ignora o degrada y, entonces, decide actuar como un cuchillo y como una flor, como nada en la vida. Es el falo marginal que busca la libertad en el falo/obsceno.
Y, sigo en Zona, "Eran gemidos de hombre, y eran dos, los dos peruanos estaban follando a dos metros de él.., y se coló el gemido, esta vez sí, de la mujer y comenzaron a hacer un trío..." El falo/falare, es solamente obsceno en los contextos obscenos, luego, la obscenidad está en los demás. ¿Es el falo pornográfico?, escuchemos, "Comenzó a tocarse la pinga, comenzó a acariciarse los testículos, y la cabeza del miembro, hasta que se le puso tan dura como un tolete, tan delicada que no le traía el suficiente placer, decidió armarse de valor y meneársela con más fuerza; así, mientras los gemidos seguían, los ojos de Ernst seguían clavados en esas nalgas azules que se movían como un barco cadencioso en alta mar. Estaba excitado y aterrorizado a la vez." Claro que existe la palabra pornografía, ¿nos llegaron los ecos? Existe en la medida cínica que da lo que deja de ser deseado para ser contemplado. La pornografía, dice Umbral, la da el cinismo, y el cinismo lo da el distanciamiento. Pornografía y obscenidad, digo yo, son cosa de gente saciada. Los hambrientos de sexo, encontramos el falo sagrado, la vagina sagrada, los cuerpos sagrados y gloriosos. Además, la obscenidad es la Epifanía de lo natural, que el intelectual detesta porque está y es en la Historia. Por lo tanto, el Falo/falar es inocente.
Con este increscendo nos llegamos en estos Tratados de ociología al lugar sin retorno en el que he dejado atrás mi vagancia, los trances esotéricos, toda pereza genética sacudido por la voz de mi abuela, y llego.., "Allí desde donde un joven se hubiese podido lanzar hacia la noche con todos sus colmillos bien puestos".., verán que aquí estoy, otra vez, citando a Lara, "A fornicar con los humanos, como sirenas salvajes, peces de vagina." El falo nos vampiriza porque debemos mantenerlo siempre presente por miedo a perderle y a olvidar que aun tenemos culpa. Salvador Paniker, dice, Quiero no ser distinto de mi cuerpo. Quiero no tenerle miedo a mis enfermedades. ¿Qué diría de esto Tito, el del Albur, Javier Lara? Quizá su palabra/falo y la de la voz de ese cuento se transformarían en el falo/falare gigante y ortopédico como de un lisiado.., te cito, cara a cara.., "Reticencia a la existencia.., la construcción de una Torre que lo hacía necesariamente esclavo y desgraciado, o irónicamente insignificante, como a la mayoría de los demás hombres."
Al corazón, solitario músculo mecánico, se le atribuyen todas las emociones y erecciones que son puramente fálicas. Te lo digo de corazón, decimos cuando queremos decir... Tengo el corazón en la boca, cuando se nos atora el falar, la palabra. El lenguaje corazonal es realmente falo/vaginal. ¿por qué la humanidad, bajo cualquier cultura o religión, no soporta el falo?
Al verbo que es Dios, falar, falare, liberto falo le he sentido un saborcillo a sweetlumpen. Gracias don Javier Lara Santos por estos Tratados que como el falo en su grandeza permanecerán por que son prehistóricos.


viernes, 1 de mayo de 2009

Estará muerto el muerto

El clavo

Ayer, caminando por la calle Boyacá, di un traspié y me fui de oreja contra un pilar a mi izquierda. El dolor fue increíblemente agudo. Mientras tanteaba mi sien comprobé que de la columna, de vieja y sucia madera apestosa a orines, sobresalía un clavo de más de dos pulgadas. ¿Habrá perforado mi cráneo?, me pregunté y no me atreví a dejar de presionar la boca del agujero, pues imaginaba que un chorro del grueso de un tallarín brotaría.
Comprobé que el clavo estaba totalmente cubierto de sangre. No lograba entender por qué no me desmayaba. Seguí presionando el hoyito y saqué mi pañuelo para ponerlo en lugar de mi dedo mientras decidía si tomar un taxi o trataba de llamar una ambulancia. No hubo chorrito, ni chorro. Tan solo una gota insignificante que rápidamente se coaguló en mi dedo. Un tanto desilusionado y otro poco avergonzado, refregué hasta la furia y sólo conseguí mugre con pedacitos de caspa.
Volví sobre el clavo. Continuaba embarrado y ahora, con más detenimiento, vi una masita espesa, como morada, que colgaba de la punta. Me atacó la paranoia. La muerte tendría que haber sido instantánea, y a lo mejor no me di ni cuenta del rato en que había muerto. Debía buscar por ahí mi cadáver, seguro de que estaría al costado del pilar, pero no, no estaba allí. ¡Chuta!, me dije, siempre ando perdiéndolo todo. Entonces vi una anciana harapienta que, mugrosa y desdentada, se burlaba de mí desde la oscuridad de un zaguán, imitando la refregada y señalándome.
La miré bien serio y guardé el pañuelo, ella copió el gesto como si fuera mi reflejo en un espejo. Nos miramos fijo y en nuestros rostros afloraron muecas que al verse correspondidas se hicieron estruendosas carcajadas. No podíamos dejar de reír. Nos agarrábamos el estómago y la cabeza, sentía que se me aflojarían los esfínteres. Sospeché próximo un paro respiratorio e intenté contenerme, hasta que ella, sacudiéndose como yo, me extendió un trapo empapado de brillante rojo y entornando sus ojos se desplomó.