jueves, 23 de abril de 2009

Lo que cree El Universo...???

Me considero marginal’
Cristóbal Peñafiel V.

QUITO. Juan Carlos Cucalón, escritor guayaquileño, durante la entrevista en Quito, ciudad en la que habita.

El escritor guayaquileño Juan Carlos Cucalón, de 45 años, quien reside en Quito desde el 2007 por trabajo, critica a la sociedad porque considera que su existencia se basa en lo preestablecido y él no se ha sentido dentro de ese grupo que cree que está haciendo lo correcto. Ganador del Concurso Nacional de Literatura, género cuento, organizado por la Casa de la Cultura del Guayas, Cucalón dice que escribe porque le gusta y que cuando alguna de sus obras se publica, es porque alguien la financió.
Usted escribe mucho, pero publica poco. ¿A qué se debe?
Me di cuenta de que quería ser escritor pasados los 25 años de edad. Mi primer taller literario lo tuve cuando tenía 23. Ahí me agarró el gustito por escribir, por contar, pero me daba como miedo, recelo por publicar.
¿Qué porcentaje de lo que ha escrito ha publicado?
Un veinte por ciento. He publicado mis trabajos en revistas literarias, en antologías de los talleres que he recibido. Hoy por hoy trabajo con Soho y con Diners.¿Y dónde está ese material?Lo tengo yo.
¿Va a publicarlo?
La Universidad Católica de Guayaquil publicó mi primera antología, con cinco cuentos (1994). Luego el Banco Central, con el taller de Miguel Donoso, publicó siete u ocho; después vino el premio Pablo Palacio (2007); ahí gané un primer premio con Miedo a U2, obra que se publicó. Y así...
¿Y no ha pensado hacer un paréntesis para dedicarse a publicar lo ya escrito y dejar de escribir por el momento?
En este momento tenía escritos tres libros de cuentos y estoy, paralelamente, trabajando en dos novelas. Uno de esos libros de cuentos (Surcos obtusos) es el que acaba de ganar el concurso. Cuado me llegó la convocatoria, me dije: ‘De los tres, este es el que se acerca más a la posibilidad de alcanzar el premio’, y lo mandé. Y gané. Nunca he pensado hacer lo que hace todo el mundo: trabajar cinco años de su vida, reunir unas pesetas para un día tener un poquito de plata y publicar un librito que le ha costado los ahorros de su vida. Yo escribo porque me gusta y cuando se publica algo es porque me están pagando por eso. No es arrogancia, pero trabajo de esa forma.
¿Cuánto ha influido en su creación el hecho de haber vivido en otros países?
Muchísimo. Es imposible abstraerse de cambiarse de lugar, de conocer nuevas culturas, de enfrentarse a nuevos retos. Cuando llegué a Tokio fue una experiencia única. Allá la gente es diferente, hace todo diferente, come diferente y hasta se va al baño diferente.
¿Qué le inspiró ese ambiente?
Tengo cuentos que están inspirados en ese ambiente. Un leve indicio, por ejemplo; trata sobre una comuna de gente que vive cerca a una playa, pero que no se hablan, no se dicen nada, viven atemorizados y encerrados en pequeños cubículos. Tengo otro, Mi madre japonesa, que cuenta una experiencia bien singular que viví en Hiroshima. Y así logré escribir bastante.
¿No ha pensado escribir algo de lo que pasa en el Ecuador?
No me gusta dar avances de lo que estoy trabajando, pero podría adelantar que una de las novelas que estoy escribiendo recoge la actualidad de la vida en Guayaquil. Hablo acerca de la sociedad guayaquileña y el teje y maneje económico de Guayaquil.
Pero habrá que apurarse publicando, porque los temas cambian...
Esos temas siempre van a estar allí. Lo que pasa es que hoy se llaman de una forma y mañana de otra: es como el Congreso, el ‘Congresillo’, la Asamblea y, al fin y al cabo, son...
En su obras habla de la marginalidad, ¿se considera marginal?
Me considero marginal y marginado por propia resolución. Veo que la sociedad vive en cierta forma preestablecida porque así son los grupos sociales que se aceptan entre ellos. Pero yo nunca me he sentido dentro de ese grupo que cree que está haciendo lo correcto, porque creo que mi búsqueda de la vida siempre ha sido ver lo que está más allá. He procurado caminar por el filo de la baranda, mirando a los dos lados. El otro lado también existe. Hay quienes no quieren ver el otro lado y dicen ‘yo soy bueno, quiero seguir siendo bueno, y mejor no miro al mal’. Yo no, yo expongo y les digo: ‘Miren, aquí está el otro lado, aquí están las prostitutas, aquí están los drogadictos, aquí están los delincuentes, aquí está la gente que salió de su cuna’.
¿Por qué la homosexualidad es un tema en su narrativa?
La homosexualidad es tan parte de la sociedad como cualquier cosa. Tres de los veintisiete textos míos hablan directamente sobre protagonistas homosexuales, el resto habla de una realidad que vivimos los países latinoamericanos, que es una masculinidad que está disfrazada en el homoerotismo. Se ve que los muchachos se visten de cierta forma para tener un buen consenso dentro de su propio grupo masculino; los latinoamericanos tenemos poses de machos para que el otro macho no nos joda. Esa es una construcción de homoeroticidad, de superficie erótica que no llega a la sexualidad. Cuado yo trato la sexualidad, la digo tal como es.

Endemoniado,

Endemoniado,


reza el titular del diario que esta mañana, con una sonrisa sin dientes, ofrece al público transeúnte La Chayo. Habiendo vendido diarios y revistas durante toda su vida, ha sido, es y por propia decisión seguirá siendo analfabeta.
Me mira a través del temblor grasoso de sus pupilas chatas y sus arrugas de gruta seca se arquean, se suavizan y desplazan para decirme sonriendo, No, tain se acabó, tengo niusgüic. Me sorprende, pero atribuyo a los años de experiencia el saber que los contenidos de ambas son similares. Olvido lo que le iba a preguntar y ella, dejándome con los labios entreabiertos buscar en la memoria, me interrumpe, No bonito, yo no leo letras.
Imagino que debo haber pensado en voz alta. No, claro que no, me corrige, posando la punta de su índice sobre mi frente. La sorpresa se agranda abriéndome la boca. Solo leo lo que no se ve, ¿me dice?, ¿piensa?, ¿pienso que piensa? Bruja, susurro bajo la alfombra de la habitación más secreta de mis ideas, para que no me oiga, y quiero irme rápido, huir como el niño sorprendido, en plena travesura. No puedo. Con sus enladrilladas manos atrapa las mías y en silencio me diría, Ninguna brujería mijito.
Arqueando sus cejas deja sin párpados las cuencas de sus ojos que se vuelven arremolidamente profundas, succionando con fuerza de torbellino mi mirada y mi conciencia. Entro en ella, entiendo, aprendo y callo.
Al devolverme a esta mañana, no la veo partir. Me ha dejado solo, iluminado y sin sed. Tomo un diario del montón y lo ofrezco gritando, Endemoniado, endemoniado…

sábado, 18 de abril de 2009

Lunes 16 febrero Arte y cultura
Premio para el autor Juan Carlos Cucalón

QUITO.
El escritor guayaquileño Juan Carlos Cucalón (i), quien reside en la capital, mientras dicta una clase.

El undécimo Concurso Nacional de Literatura, género cuento, Luis Félix López, organizado por la Casa de la Cultura núcleo del Guayas, es el séptimo certamen en el cual obtuvo el primer lugar. Es el guayaquileño Juan Carlos Cucalón, de 45 años, quien desde abril del 2007 reside en Quito y solo ha publicado sus creaciones literarias en antologías, estudios y colaboraciones para revistas.La obra con la cual obtuvo el primer premio en el concurso de narración corta es Surcos obtusos. El común denominador de este texto está marcado por una de sus historias que trata sobre adolescentes asesinos. “Cada cuento es una voz narrativa de la vida de alguien, no es un libro ameno, porque no hablo de las cosas exquisitas sino sobre las fricciones del dolor, del placer que produce el dolor, que es una línea latente en mi producción”, indica el autor.El jurado calificador del concurso literario, integrado por Cecilia Vera de Gálvez, Gilda Holst y Alicia Ortega, indicó en su veredicto que el trabajo de Cucalón reúne “un conjunto de relatos muy bien estructurados, con excelente manejo del lenguaje, del humor y de las tensiones narrativas”.Asimismo, “los relatos evidencian una voluntad de crear cuentos, una agilidad anecdótica y cierta originalidad en cuanto a la conformación de los personajes y la temática”.Cucalón intervino en el concurso con el seudónimo Ol Ishi y obtuvo $ 4.000, un diploma y la publicación de su obra. Estudió Arquitectura y Diseño, y luego de escribir ensayos de arte ingresó en la literatura, de la cual es autodidacta.Menciona que había concluido Surcos obtusos cuando apareció la convocatoria para la undécima edición del Concurso Nacional de Literatura, género cuento, Luis Félix López, y decidió mandarlo porque consideró que se ajustaba a las bases de la competencia.Tiene listos otros dos libros de cuentos. Incursionó en la crónica desde hace un año, porque colabora en dos revistas. Dicta talleres de creación literaria y, debido a becas y oportunidades de trabajo, ha vivido en países como Estados Unidos, México, Japón y Costa Rica. En el concurso consiguió el segundo lugar, con $ 1.000, Óscar Tomsich, por su libro El despertar de Gea. La mención la alcanzó Víctor Arias, con su texto Los cuentos del capitán.

El Telegrafo comenta

Retratos del mundo marginal
FOTO: FERNANDO SANDOVAL / El Telégrafo

Juan Carlos Cucalón, escritor guayaquileño.

Juan Cucalón habla de su obra, que le valió el primer premio en el XI Concurso Nacional de Literatura.

¿Realismo sucio? Puede ser, es más, el grueso de mis lecturas va por ese lado”. Seres al margen de lo que determina el mainstream (corriente principal) son los que componen “Surcos Obtusos”, libro de cuentos con el que Juan Carlos Cucalón acaba de ganar el primer premio del XI Concurso Nacional de Literatura, género cuento, organizado por la Casa de la Cultura, núcleo del Guayas.La serie de 27 cuentos retrata el título del libro. Lo obtuso no como aquello torpe y poco profundo, sino como el ángulo más abierto que noventa grados. “Es la vía por donde caminan esos seres marginales, dolidos”. Los relatos comienzan con la historia de un niño travesti, quien es descubierto vistiéndose de mujer por su madre. Hay también putas drogadictas, niños asesinos, adolescentes que matan para tener placer. “Me voy muy adentro de la marginalidad social y psíquica, pero sin castigar a nadie. Solo quiero evidenciar que toda esta gente también existe”, explica.Pero el escritor guayaquileño hace una aclaración: “el marginal no es solo el delincuente. La sociedad es un núcleo concéntrico y todos quieren estar allí. Yo jamás he querido”. Dentro de esos parámetros, él se considera un marginal. Lo cierto es que su andar por los bordes le ha dado material y experiencia.Cucalón dice ser un escritor tardío. “Recién a los 24 años tomo mi primer taller literario”. El hobby de sus inicios pasa a ser algo serio en los noventa. La vida, la suerte y aquellas oportunidades que se le brindaron, de las cuales tomó todas, lo llevaron a viajar por varios países del mundo y a tomar talleres en cada sitio donde estuvo. Apenas graduado del colegio, fue a estudiar arte en Nueva Orleáns.A los 28 se va a Japón con una beca para realizar estudios comparativos de literatura y lenguaje. Ahí ya entra de lleno en las letras y recibe talleres con la escritora japonesa Isako Nakamura. Luego, viajaría durante seis meses por la costa del Pacífico en el “Barco de la Juventud del Mundo”, donde dictó talleres culturales. Luego, al conseguir un trabajo con Editorial Óscar de León llegó a Guatemala. Allí recibió talleres con Augusto Monterroso, a quien define como un hombre entrañable, “como un abuelito, muy sutil en sus críticas, pero bastante directo”. “Estoy convencido de que los talleres nutren el proceso literario”. Él mismo dicta talleres desde hace 16 años. Subraya la formación que recibió de Huilo Ruales, Abdón Ubidia, Fernando Itúrburu, quien incluso hizo un trabajo sobre su literatura en la Universidad de Plattsburgh. Para Cucalón, no obstante, el más importante de todos ha sido Miguel Donoso Pareja. “Lo busqué toda la vida, hasta que logré tener un taller con él. Él es un hito en los talleres de Latinoamérica”.
Rocío Carpio mcarpio@telegrafo.com.ecReportera-Quito


© El Telégrafo C.A. 2009
Cucalón gana premio literario de CCE-G
En Surcos Obtusos, libro de cuentos, autor guayaquileño explora facetas de lo marginalRedacción Guayaquil


Foto: Arturo Morales / EXPRESO
Autor. J.C. Cucalón se mostró gratamente sorprendido con el premio. “Había perdido la fe”.




Milton, un niño travesti de cuatro años; una abuela mala que asusta a sus nietos, con su cuerpo maltrecho por una enfermedad; y unos adolescentes asesinos son los protagonistas de alguna de las historias de Surcos Obtusos. El conjunto de relatos del escritor Juan Carlos Cucalón (Guayaquil, l963) obtuvo el primer premio del XI Concurso Nacional de Literatura Luis Félix López (género cuento) organizado por la Casa de la Cultura del Guayas (CCE-G).

Se trata de 27 relatos breves, en los que se explora, en un estilo elaborado y de tono irónico, los placeres y pecados de personajes que viven al filo y en los límites de la sociedad.

“Toda mi literatura es marginal, vengo trabajando en ello hace 20 años. No se trata solo de escribir sobre putas, drogadictos y maricones, sino sobre personajes que están más allá del común denominador”, explica el escritor a quien le tomó siete años terminar el libro.

Cucalón intervino en el concurso con el seudónimo de Ol Ishi y se hizo acreedor a cuatro mil dólares, un diploma y la publicación de su obra. El jurado, integrado por Cecilia Vera, Gilda Holst y Alicia Ortega, indica que “los cuentos evidencian una voluntad de crear, agilidad anecdótica y originalidad en cuanto a la conformación de los personajes y la temática”.

El escritor es conocido sobre todo por dictar talleres literarios. Ha ganado varios concursos de cuento, entre ellos el Primer premio IX Bienal del Cuento Ecuatoriano Pablo Palacio 2007. Aunque dice tener dos libros inéditos, no tiene publicaciones individuales y sus trabajos han sido recogidos en antologías y revistas.

Surcos Obtusos se divide en tres partes. “Ave formosisima, ludus ineffabilis” (La pureza que juega incesablemente), que agrupa historias en las que mentes adultas cuentan historias acerca de niños. “No son cuentos infantiles”.

En “Curam gero cutis” (Quema toda la piel) la protagonista es la pasión adolescente juvenil. Se agrupan cuentos de un carácter apasionadamente sexual “donde pasa de todo”. En uno de ellos, un grupo de primos descubre su sexualidad en la playa.

También hay episodios de homoerotismo sin purga. “Trato de que mis resoluciones no castiguen lo que normalmente castiga la sociedad, esa es otra de las razones por las cuales se me considera marginal”, dice el escritor.

Finalmente, en “Volutaptis avidus, lascivus virtutis et vitiis pudicitia” (Sediento de placer, con todas las virtudes, el vicio es púdico), se encuentran relatos con la visión adulta de la misma “psicología del margen”.

Los títulos de los segmentos con sus respectivos epígrafes pertenecen a la ópera Carl Orff, de Carmina Burana. Una loa a los placeres infantiles, adolescentes y adultos.

La obra de Cucalón, atravesada por el humor negro, mezcla referencias de la alta cultura con la idiosincracia popular. Las historias “salen del cajón de sastre”, de vivencias, lecturas y cine. “Me elaboro estas películas en la cabeza y las traduzco a la palabra”. (AGV)

2° premio y mención El segundo lugar del Concurso, con un premio de mil dólares, fue para Óscar Ernesto Tomsich, quien participó con el conjunto de cuentos El despertar de Gea.

“La obra propone una interesante indagación del ser a través de relatos, clasificados de manera original con un acertado juego entre los epígrafes y las historias narradas”.

Asimismo, se concedió una Mención de Honor al libro Los cuentos del capitán, de Víctor Arias Aroca, que incluye relatos con tonos hiperbólicos y buen fraseo, lo cual le concede fuerza y vitalidad a lo narrado. (AGV)


Datos
Fragmento de un cuento
“Milton se había aplicado el mejor par de pestañas postizas. El vestido de lentejuelas y canutillos le arrastraba, pero no le impedía ni caminar ni gesticular igualito que la Olga Guillot. Una vez terminada su performance, con un guiño y cientos de besos volados, Milton huyó a refugiarse en la oscuridad del clóset. Y de esa penumbra ya nadie pudo rescatarlo”.

viernes, 17 de abril de 2009

Cenizas abofeteadas

Cenizas abofeteadas.
Texto de la presentacion de la antología de literatura bizarra, "Abofeteando un cadaver" de Max Palacios.
Guayaquil, abril 17 de 2009

Ayer escuché comentar que había sido el día más caluroso del año. Claro que sentía calor. Sí, el ventilador de la metro vía no abastece ni siquiera cuando los vagones van vacíos. Así es Guayaquil, pensé y creo que lo dije en voz alta también por que hubo gente que volteó a mirarme con cierta expresión de reprimenda. Serrano ha de ser, parecían decir sus ojos, muecas, cejas arqueadas y gotas de sudor.
Debe ser el día más caluroso de este invierno, pensé, cuando descendiendo de la plataforma de la metro vía en la estación de la Universidad Estatal, Tulcán y Primero de Mayo, encontré descansando sobre dos informes pilas de ceniza gris lavanda sendos teléfonos celulares que beepeaban frenéticos entre sí. Se enviaban mensajitos de gran resolución con emoticones y todo a velocidades inverosímiles. Qué cosa tan rara. Intrigado me acerqué a las cenizas apestosas a cacho de vaca y sentí la vibración ardorosa que impulsaba la comunicación de los teléfonos.
Ahora que escribo pienso que debió darme miedo, pero, con cierto grado de conmoción recordé a BIZARRO, Ediciones.
No he escrito aun la presentación, me castigué con el recuerdo de la falta. Y, el susto me duró poco. Mi vida es perfecta, recapacité. “Abofeteando un cadáver” es un título más que sugerente, muy propio, justo para una antología de literatura bizarra. La memoria me trasladó al índice de este libro, un grupo de poesía y otro de narrativa. Trece poetas versus trece narradores. Casi como si fuera el guión de un especial de halloween en Los Simpsons. No dudé en el parangón y como no los conozco, fantasee, secretamente sobre el parecido entre Mat Groening y Max Palacios.
Las confesiones no incluyen culpa o tratan de lavarla tras la penitencia, no es mi caso por que el imaginar no completa el delito; pero, de todos modos, enfrente del agraviado es de caballeros “Pedir Disculpas”: A mi favor solo tengo que decir que mi espíritu impresionable quedó muy remecido luego de líneas como “el mecanismo impulsor del monstruo es una bomba de tiempo”, de Willy Gómez y que inicia la antología. Solo podría entonces hacer una venia y como dice Leo Zelada, “delineando el atormentado trazo de mi piel…, regalar una mirada real” al compilador, No he querido ofenderlo don Max.
Desperté del encantamiento por los insultos e imprecaciones que los usuarios de la metrovía me espetaban ya que desde quien sabe cuanto permanecía interrumpiendo la salida de la plataforma. La decisión fue rápida, pensé en el prólogo y la justificación sobre el calificativo de esta antología: Bizarro. Coincidimos desde el principio. Sin vergüenza y a pesar de que los usuarios y peatones me miraban despreciativos, tomé los celulares. Esto tiene que ser una visón premonitoria y, además, necesaria. El acontecimiento fue raro, Bizarro. Para nada gallardo o apuesto, no. Raro y extraño. Jamás podría calificarlo de valiente o arrogante; extravagante, sí. ¿Existen las casualidades? No, dijo un día mi abuelita, Las casualidades son el universo de los buenos mentirosos. Bizarra mi Mamita querida.
Con sendo celular apretado en cada puño caminé hacia la Nueve de Octubre. Sin mirar atrás, sin preocuparme en el que dirán, como si fuera ésta la primera, la única vez que me hubiese comportado así. Y es que solo basta un texto de esa índole para que a uno lo tachen para toda la vida. Sí, qué bien que escribe, qué profundo, qué metáforas; pero, recuerdas ese texto…, el del instante en que todos duermen, Bizarro, Hector Ñaupari ¿no? Y el de la alcoba a oscuras que traiciona a los marinos crisantemos, colibríes… Uhm, jum…, Y eso de lo oblicuo, en la fiebre de oro, de las Venas Bergantes, La gente no olvida, Giancarlo Huapaya, la Bizarría.
Creo que de pronto las pantallas de los teléfonos, vía mis palmas, se conectaron con el flash que me cuelga de la cintura y quemaron en mi disco duro, de un solo golpe:
En la ira ensangrentada de Tomiris y su hijo Espargapises,
El texto preciso es como carne enferma,
Balthus, Mitsuo y Rilke afilándose.

Nada que temer contra las maldades de los hijos del día.
Luciferina, dame tu cielo.
Porque dios ha salido retorciendo el fuego de tus pupilas
¿Por qué sus piernas giran como un reloj de agua?
Sobre las calles rajadas donde murieron Poe y cri cri.

Un tratado de escatología para que los adanes
Se emborrachen bajo algún puente.

El bofetón ha sido brutal, creí que no podría escaparme, que no habría recuperación a tal embate, pero es que hasta allí solo me habían asaltado los trece poetas. Sí, claro que pensé en sacudir los puños y, abriendo las manos, correr hasta el malecón para arrojar al Salado los celulares malditos. Pero no hubo nada que hacerle, los narradores que vivieron en el segundo pilo de cenizas se han vuelto imborrables, se han apoderado de todo surco sano en mi memoria ram. ¿Qué hago? Relájate y disfruta, siento que me aconseja una voz íntima, como emanando del interior de mis interiores.
De una, son los trece, una jorga abrumadora y fuerte, me atenazan. Me han hecho su esclavo, me han hecho el favor:
JENNIFER THORNDIKE
CECILIA PODESTÁ
CYNTHIA ZEGARRA
MIGUEL ILDEFONSO
PEDRO JOSÉ LLOSA VÉLEZ
RICHAR PRIMO
CARLOS CARRILLO
FERNANDO CARRASCO NÚÑEZ
LUIS ANGEL PARDO
JORGE CASTILLO
JULIO MEZA
GABRIEL RIMACHI SIALER

Sigo apretando los puños y he volteado, como Reagan en el exorcista, mis recuerdos hacia las cenizas. Guardo los teléfonos dentro de los bolsillos de mis bermudas, libero mis manos sudadas, ¡Qué calor! Y con manotones amplios abofeteo las cenizas, el aire a mí alrededor se vuelve lila gris, pero ahora huele a lavanda. Nunca tuve miedo.
No es necesario que me crean este relato de casualidades, recuerden lo que decía mi abuelita. Total, quizá todo fue culpa del día más caluroso de este invierno. Hoy el calor sigue en aumento, allá afuera, en lo incierto…
Lo que no deben perderse es la experiencia de leer esta antología.
Gracias, don Max,
Gracias, Bizarro ediciones.
Gracias a ustedes.



Últimas lecturas

Visitando Clubes
Las cumbres borrascosas de la patalsuelo suerte en la vida de oscar Wao.
Este dieciseis de Abril asistí a las reuniones de tres clubes de lectura guayaquileños, ¿debería de llamarlos clubes guayaquileñas? o ¿de guayaquileñas?, lo que tampoco sería cierto. Algunas participantes no nacieron en Guayaquil y tengo un participante, varón, que tampoco nació en esa tierra. Bien, hablemos entonces de lecto clubes guayaquilensis.
En la mañana CALIOPE:
Cumbres borrascosas, Emily Brontë
unánime: 10/10
A la tarde CLUB TRES
La hermandad de la buena suerte, Fernando Savater
ya casi que por piedad: 2 / 14
hora de cocktail LAS VITRINAS
La maravillosa vida breve de Oscar Wao, Junot Diaz.
sin miedo ni verguenza por la perdida del tiempo: 1 / 6
Cabe aclarar que el recopilador de esta estadística aunque coincide con la misma no necesariamente quiere imponer su criterio, ni analítico ni subjetivo. Por lo cual me limito a transcribir la opinión final de la reunión.
Hasta el proximo mes.

Bestseller

En toda olla se cocinan habas...
... Y hasta sin receta.


En la mitad del mundo también se puede hornear un Best Seller.

Que el Ecuador no necesita esa receta, he oído decir a muchos. Que el Ecuador no tiene micro-ondas para esos chogchos, dicen los más altaneros. Nada menos cierto.., el siglo veintiuno, con una incesante proliferación de Institutos Tecnológicos y Universidades de masterados y especialidades, nos ha traído, finalmente, la oportunidad para doctorarnos hasta en misterios esotéricos. Hoy, con o sin correa, La Patria tiene y cocina de todo...
Y, ¿cómo no va a tener Best sellers?. Si las librerías importantes, las tradicionales, ya tienen su lista publicadita; raitin recalentado de las editoriales extranjeras, es cierto, pero tienen su revistita con su top ten. ¿Entonces? ¿Cómo que no hay Best seller?, cómo no va a haber un mejor vendido, porque eso significa el anglicismo, el de mayor venta. A quién le importa la calidad, mientras se venda. Cuando se vende la papa si da platica que interesa que sea chaucha o chola.
Pero no olvidemos que de todas formas el ecuatoriano siempre ha hecho gala de su glamour, de páramo tropical sí, pero glamour al fin y al cabo; así es que, nuestro escritor, que casi siempre debe ser: corrector, impresor, diseñador gráfico, editor asociado y pana irrestricto del gerente de la imprenta que lo publica, anticipándose al golpe malévolo del raitin que no lo incluirá en la Lista, filosóficamente combatiente, emite su, Yo no escribo para vender... Bueno, me digo, y si no lo hace para vender, quizá sólo para su mamita y su amor más cercano, entonces, ¿para qué publica? La respuesta es una, como diría la periodista más endiosada del siglo veinte, Jackie O, Mi biografía es un divertimento, es puro glamour.
De hecho, extra oficialmente, en el país se ha logrado detectar tendencias compradoras que son las que delinean los rasgos del target de mercado dispuesto a consumir nuestras publicaciones; los gustos y necesidades lectores de nuestros compatriotas se pueden agrupar en tres variaciones básicas de la misma receta que se darán a continuación:

1.- A nivel nacional sin diferenciaciones etnológicas y/o sociales:
El Cuentito infantil

2.- La novela romántico costumbrista (especialidad andina)

3.- La novela trágica de denuncia social (especialidad costeña)

A saber, las tres variaciones se elaboraran con la misma lista de ingredientes, cambiándosele las dosis y las procedencias; como ya se dijo, hay detalles que marcan la exquisitez, verbo y gracia: para el locro de queso la papa es chola, para el de sangre o yahuarlocro la papa es chaucha; siendo que los dos son caldos de tu-ver-culo.
A la olla tendrán que ir a parar ingredientes que los analistas críticos académicos llaman los elementos formales: ambiente (locación y tiempo), personajes (protagonistas, supporting roles, muletillas decorativas), voz narrativa( el que cuenta). Habrá que aclararse que las voces, la narrativa y las que emitan los personajes, conllevan adobamiento previo o precocción para que el platillo derrame sus jugos justos. Así, se pesará en microgramos el punto de vista, se exprimirá el estilo y se espolvoreará sazoneante el tono.
Manos a la olla...
El más exquisito Cuentito Infantil requiere mano de cura o de monja, que bien podrá ser suplantado por un corazón benefactor o luchador, de preferencia vocero de los derechos humanos.
La voz narrativa no deberá superponerse a la real voz del autor ni crear otro personaje testigo que cuente la historia, mientras más involucrado se sienta al narrador mayor será el éxito.
Los personajes tendrán que ser, sin lugar a dudas, planos. Los malos, pelucones bien malos y rastreros sin oportunidad para arrepentimientos; y los buenos, a porcentajes iguales, longuitos y cholitos lindos y chiros pero inteligentes que les encante aguantar palo sin quejarse ni llorar. Al protagonista y a su antagonista se le endilgarán una serie respetable de frases celebres extraídas de Esopo y Ovidio (por mucho que nos guste debemos prohibir cualquier uso de expresiones cercanas a Wilde y menos de su príncipe feliz.)
El ambiente siempre abierto: campos, praderas, callejuelas y terraplenes. Muy poco techo cubierto. Las escenas requieren el desamparo que no se puede dar en espacios cerrados, a no ser en las muy puntuales y terroríficas viñetas del castigo, donde mejor se sufre cautivo, para lo cual se recomiendan mazmorras de piso y paredes de piedra fría o apestosos chiqueros.
Una vez que el guiso espese y burbujee unas ciento y tantas páginas lo extenderemos sobre una encuadernación poco lujosa para causar mayor impresión de desposeimiento. Se decorará con muy pocas gotas de estilo, un ligero zumo casi imperceptible; cercado de rodajas rojas de clemencia a modo de punto de vista, cargadas al doble sobre la izquierda; y, eso sí a mansalva y gusto propio un cargado tono lacrimógeno.
Listo, sírvase caliente o frío, no habrá diferencia; siempre y cuando la editorial esté entroncada con el ministerio de educación el texto no saldrá de La Lista per seculae seculorum.
La elaboración de las novelas bestsellerianas del Ecuador requiere de ciertos toques que las individualicen por eso del apego cultural a las raíces del paladar lector. Como las diferencias entre la fanesca de Quisquis 13 13 y/o la de la Patria y Amazonas.
En ambos casos las voces narrativas se construirán a si mismas con un hálito divino y sabor a omnipotencia imposible de rebatir, dueñas de la verdad, dioses de su historia y de todo lo que en ella se mueve. Pueden, también, ser testigos presenciales y/o protagónicos, aunque en todo caso no serán menos que la cabeza y cerebro del bacalao. Mucha médula, seso espeso sin importar que el lector no entienda porque le pica tanto.
Los personajes serán los más frescos y cercanos; en el altiplano se prefiere el grano intelectual, fríjol gordo y poético, no olvidar el haba antropológica que explique los por qués. Y, en el litoral el choclo va con tusa, la arveja con su vaina, o sea que más vale saber de donde salen, la alcurnia y procedencia son el quid de esa sopa. Recordamos las características previamente anotadas en la elaboración del cuentito, mucho personaje muleta y decorativo, bastante pimiento en trocitos verde, amarillo y rojo, que endulce la tragedia, que alise el romance.
La ambientación estará dada por las propuestas individuales, mientras mayores sean las distancias recorridas, mejor. Ojalá los protagonistas tengan visiones de su propia tierra creadas en el extranjero eso dará un toque de triunfalismo globalizador, como ponerle rodajas de palmito importado de Azerbaiyán o de Bagdad. Aunque, también se recomienda ligeros toques de sordidez mundana endémica..., alguna escena en un antro tipo Cabo Rojeño en la costa o las jarras de ayahuasca en la sierra, sería como espesar la fanesca con leche de coco raspado o echarle una pizca de mapahuira. Pero eso sí, trátese de evitar episodios que involucren jardines de alcurnia o de cualquier pelo, sería como encontrarse una vena de yuca entre los dientes.
Las eses sinuosamente coloquiales marcarán el tono en los andes, y su ausencia delimitará la planicie costera. Contrario al cuentito, en la novelas se derramarán generosamente las dosis de estilo como especias abrasadoras, el mono debe ser bien simio y el longo bien chulla. Lo que unificará la calidad del potaje será, a sabiendas, el punto de vista: Yo no fui, Nunca supe, ¿de veras? La ingenuidad ecuatoriana ganará el corazón de todos sus lectores, porque nosotros, aun con la mano dentro de la olla y meneando con cuchara de palo la sopa, nunca tenemos la culpa.
Sirva caserita, la yapa madrina. Agachaditos disfrutaremos con harto ají, eso sí para que resbale...

Antibióticos


Antibiótico de Amplio Espectro
Taller de creación literaria




Apreciación y Análisis.


En cualquier texto literario, para este caso, cuento o poema, encontraremos una serie de elementos que lo configuran y construyen; identificándolos, nos servirán de herramientas para trabajar, entender, corregir, pulir, en fin, darle el acabado a la obra que el autor desee, con seguridad y conciencia de la calidad de su producto.
El producto literario se construye en dos ámbitos, el de la forma y el del fondo. Para el análisis, se puede y debe identificar separadamente los elementos del texto, pero recordemos que el texto, producto literario, es un todo en el cual fondo y forma se van creando íntimamente ligados, palabra a palabra



Elementos de Forma:
De cómo lo digo

Elementos básicos o de acción:

Voz narrativa (voz lírica)
¿Quién cuenta la historia? Decide lo que el lector conocerá.
Personajes
¿Quién o Quienes producen la acción en la anécdota?
Ambiente
¿Cuál es el espacio: tiempo y locación, en el que se desarrolla el hecho narrado?

Elementos complementarios o de construcción

Punto de vista
¿Desde dónde se exponen los elementos formales?
Tono
¿Con cuáles cualidades y calidades suenan los elementos de forma?

Estilo
¿Cómo se dan a ver los elementos de forma?

Estructura y Trama
*Consideraciones de análisis conjunto; interpretación de la suma de elementos básicos y complementarios.
¿Cómo se diseña y construye, con qué orden se presentan los elementos formales dentro de la historia misma?



Elementos de fondo
De qué, por qué y para qué lo digo

Anécdota
Argumento base para la historia
Discurso
Contenido y características del argumento
Subtexto
Lo no escrito, la sugerencia en las palabras, lo que el texto infiere.





Antibióticos de amplio espectro
Requerimientos y objetivos

Para la conformación de Antibióticos, no se necesita ningún conocimiento previo, ni académico ni vivencial. Se requiere tan sólo de tolerancia interactiva y de disposición abierta y sincera para la contemplación y análisis de la obra, propia y ajena.
Esta reunión tallerística tiene por objetivos, en su primer módulo, dotar al participante de un conocimiento de vocabulario analítico básico y de las herramientas para confrontarse con criterio de análisis a la obra literaria.

miércoles, 8 de abril de 2009

Mucha Agua




Hay que beber mucha agua, decía Sandy y lo sigue diciendo. Tiene un cutis divino, mantenido como en su adolescencia, que ni el acné se atrevió a deslucir; y eso que nunca dejó de juerguear con nosotros. Siempre jaló y fumó y de todo, pero ella, divina a punta de agua, eso es todo.

Hace años que Sandy sabe que tiene sida, no se le ha manifestado activo, pero todos los exámenes se lo recomprueban sucesivamente. Hay que ver que sigue divina. Mucha agua.
Ella vio morir a su último hijo a las pocas horas de nacido y ayudó a morir al marido a quien, más de una vez, encontró de madrugada con algún pelado de esos after parties. Que, ¿qué hizo? Contempló la escena, ni siquiera se atrevió a apagar el vhs, prender la luz o interrumpirlos, nada de eso, se deslizó quedamente, recogió los vasos y al salir dijo, Les voy a traer agua.
Sandy continúa divina. Sus dos niñas, las gemelas, crecieron, son lindas, tienen esposos y familias, nunca como los de la madre. Tiene un novio vih positivo como ella con el que sale desde hace tiempos. El loco dice que es poeta y que por eso no morirá. Mucha metáfora, mucho enredo, lo cierto es que Sandy lo repite, Es poeta y por eso no morirá, lo dice para creérselo, pero igual le pide que tome mucha agua, que siga su ejemplo. El novio es un ser maravilloso, casi un personaje de la Serrano: poeta polisexual de los que siempre han sabido amar a la divina Sandy.
Como todo en su vida, la noticia del sida la tomó como un trago de agua cristalina de cascada santa. Serena, sin aspavientos escuchó al médico que le recomendó, Tiene que tomarse una nueva muestra para el análisis de comprobación. Sí, claro, dijo sin inmutarse. Su marido debería chequearse también, Por supuesto, yo misma me encargo de traerlo. Así siguió aceptando y escribiendo todas las órdenes de su doctor hasta que llegó lo del embarazo. Sandy, le dijo, aún no llega a la novena semana, puedo practicarle un aborto terapéutico, por su estado. No.
Fue rotunda. Ese niño tendría que nacer y que llamarse James como su padre. Sabía que el riesgo era alto y no le importaba, ella lo querría igual que a las hijas. Bebió toda el agua del mundo durante ese embarazo, que fue de lo más normal, y el niño nació. Lo pusieron sobre ella como se hizo con las otras, pero a éste lo retuvo por más tiempo, con unas fuerzas que desde entonces reconoció como la vida. La muerte se lo quitó con cara de enfermera. Nueve horas solamente, aunque el neonatólogo certificó a los 45 minutos de nacido, No tiene ninguna patología congénita, la sangre está limpia, reflejos perfectos.
James quedó hecho un guiñapo. Lloró tres días seguidos sin darse tregua, Por qué, si estaba sano, ¡por qué! Se le oía murmurar bajo espesas cobijas peruanas, clavado en lo profundo de su depresión. Había superado algunas ya pero de esta no saldría, fue la que más le duró. Ni el sarcoma, ni la hepatitis, ni la neumonía, a él lo que lo mató fue la pena. Esa última esperanza de perpetuarse sano que no se consiguió, esa que había llenado de extraordinaria potencia a Sandy, a él lo liquidó en cuestión de meses. Una noche, No quiero despertar mañana, le dijo a Sandy. Ella bebió su último vaso de agua de ese día sentada al borde de la cama, se metió bajo las cobijas y abrazó a James dándole un beso sonado en la mejilla, Bueno, no te despierto mañana.
Y no tuvo que despertarlo nunca más, aunque falleció tres meses más tarde. Un irse, así no más, callado, dentro de sueños. Era increíble verla, no había dolor que la quebrara, ni el llanto la demacraba. Que va si cada goterón brillaba con la nitidez de una perla y reflejaba todos los azules de su mirada, porque de tan divina el sufrimiento la hacía lucir como enjoyada. Toda la familia en la mierda y ella como un brillante sobre caca.
Después de James, le tocó enterrar a la suegra que no pudo con la vergüenza y la diabetes. Luego a sus padres, los dos de golpe. Venían de regreso desde la hacienda en Cayambe a Quito y les dio de frente una Transandina. De allí en adelante, como ella misma dice, tan divina, en son de broma, Para que más cumpleaños, de velorio en velorio, todo es la misma juerga. Y es que de negro se la ve regia, parece Caterine Denueve en El Ansia. En uno de esos cafés con rosca fue que conoció al poeta, con sus tatuajes y aretes por todo el cuerpo, tiene un no se que de David Bowie. Amigo de un amigo que también se nos fue con aquello, para entonces uno más.
Al igual que Sandy el poeta no sabía como ni cuando adquirió el vih, Puede haber sido con cualquiera, decía sin pudor, No me arrepiento de nada. Ella, en cambio, no tenía a quien echarle la culpa, a no ser que fuera al agua que, como ya sabemos, la preservaba. Imposible, Ella no había tenido ningún tipo de relación de riesgo ni con James ni con nadie, la concepción, una vez más, le resultaba milagrosa, y, por último, no se pinchaba para nada. Todas sus drogas son vía oral. Tenía y tiene sexo sí, claro, pero el verdadero sexo seguro. A Ella lo único que la lleva al orgasmo es la contemplación. Ni huevitos ni huevotes con el dedo basta y sobra, mientras todo a su alrededor sean nuevos salvajes, riesgo que no la toque, por eso el poeta le cayó como anillo al dedo.
Las niñas ya son señoras y viven sus vidas, asi que en la casa enorme, el poema es para Sandy y su vate una orgía emplasticada que se eleva al infinito entre los espejos y reflejos de todas las pasiones donde se contagia el que quiere o el cojudo, porque los condones sobran y el onanismo es la ley, a lo mucho un toqueteo ensalivado por ahí, sin riesgo. Y eso sí, agua en el monoxinol, mucha agua que empujará como siempre la sicodelia sensual.
Mares, océanos abismales ha decantado Sandy durante su vida y parece que se ha transformado en la isla de Safesex, donde la muerte no puede llegar a nado porque teme que la humedad furiosa oxide la guadaña o le desintegre los huesos azucarados. Es lo único, ni azt, ni la uña de gato, ni cócteles antibióticos, ni el divino niño. Sandy sigue bella y asintomática. Dieciséis años positiva, contagiada de milagro como por el espíritu santo y ella, igual de divina, con los amigos que le quedamos continúa fumando, chupando y jalando. Parece que las fuerzas del parto no la abandonarán, se reavivan cada vez que viste duelo, ahora casi a diario, se ha acostumbrado creo.
A todo se acostumbra el hombre, hasta el poeta que ya lleva nueve años positivo, también se ha acostumbrado al régimen hidroterápico de Sandy. Fué chistosísima la presentación, más postmoderna, Tengo sida pero soy poeta, estoy dispuesto a esperar todo lo que me queda de vida para que te enamores de mí. Sandy se río a carcajadas y eso que era un velorio, lo abrazó como en condolencia pero fue más para aplacar y esconder la risotada que por otra cosa. Finalmente compuesta, divina, Por qué, preguntó.
El poeta nunca le contestó, como nunca le contestaba a nadie, pues vive perdido en ese mundo suyo que, escrito, él sigue llamando poesía. El sabor es en tu boca no en el plato, es la frase con la que aún roba besos el poeta , porque el vih no se trasmite por la saliva. Él solamente se contesta a si mismo, por eso somos poca gente la que entiende su poesía, afortunadamente. Desde que supo que era positivo, empezó a publicar y tras cada depresión y milagrosa recuperación diurética, publicó con olor a póstumo siete poemarios al estilo Cyrill Collard.
Al poco de la publicación del primero, que para él sería el único en ese entonces: "Toda la sangre", encontró a Sandy en el dichoso velorio. Luego vinieron "Nuestra sangre" "Sangre mía" "Tras tu sangre" "Sangre y vida" "La sangre olvidada" y "Sandysangre" todos estos dedicados en cuerpo y alma a élla, a la divina Sandy, que por cada poema bebe un vaso de agua cuando los lee.
Agua y sangre no harán vino. Sandy y el poeta seguirán haciendo el amor suspendidos, esparcidos, reinterpretados en el fluido etéreo del reflejo.