“Un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio...,
miércoles, 6 de enero de 2010
repartalo no mas, como usted quiera. Como galletas con manjar en el corredor de lacteos del Supermaxi.
Hay que llenar infiernos con llanto
texto de Juan Carlos Cucalón, alias "Don Cuca", sobre el libro de René Jurado "Rimmel" Leído en la sala Jorge Icaza de la Casa de la Cultura Quito
“Un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio...,
“Un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio...,
una sola saliva y un solo sabor a fruta madura,
y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua”.
Extracto de la cita epígrafe de la famosa Rayuela de Cortázar con la que Rene Jurado da inicio a Rimmel. Quince cuentos entre cortos y largos, todos intensos, todos navegantes de sensualidad lúbrica, por resbalosos, por propensos a los vicios y particularmente a la lujuria, todos reordenadores de los apetitos clásicos, todos lascivos en la primera, segunda y, más precisamente, en la tercera acepción del DRAE, demasiado lozanos... De mórbidos propósitos por donde se los mire. Porcelánicos y abrillantados, con ese tremor suicida que tienen las lágrimas cuando rebasan el párpado inferior y se van deslizando, corajudas y envalentonadas, hacia el abismo que les promete soltarse de la pestaña, como tiembla la luna cuando se refleja en un charco sucio de aceites... Gracias, Cortázar.
Rimmel, así, sin tilde y con eme doble, le dice René Jurado, al rímel, con una sola, como hoy acepta la vigésima segunda edición del ya cito mataburros y como lo han llamado siempre nuestras madres, las hermanas y las novias, las de axilas rasuradas o las postmodernas que vienen con antena... Pestañina le dicen en Colombia y en Venezuela a la misma sustancia que ennegrece y endurece ¿Será que solamente sirve para las pestañas? ¿Será que.., más que para embellecer, sirve para hacer indiscutible, innegable y dramáticamente obvio, el surco que marca el recorrido de la lágrima? Mascara es para los gringos, claro, para ellos el llanto no es productivo y por lo tanto no les importa. Por eso, a diferencia de los franceses, Maybelline, Cover Girl, Revlon y el mismísimo Rimmel se han inventado uno a prueba de agua y llantos histéricos de sensibilidades latinas. Qué se queden con su máscara de mascara, ¿verdad?
Porque lo que Jurado nos trae aquí, ennegrecedor que endurece, son cuentos donde el surco, la huella, la estría, la haza o el rimero lo consigue la eroticidad, que se expresa casi siempre, es decir en diez de las quince narraciones, en primera persona del singular. Es así, como el rimero que deja la hoja del arado a su paso por tierra o carne, que esta voz narrativa tan cercana, tan involucrada con lo que cuenta, nos hace soñar que el autor es, también, el protagonista... Bueno, y, si así fuera, qué bien y qué envidia, pues, René... Pero a mi, Peón en cama Dama, Andrómeda, El gato, La botella verde, Temporal y el texto que da Titulo a este libro, Rimmel, todos contados en tercera persona, con mayor distancia, con cierta máscara hecha de la mascara virtual que es negra en el ordenador, esos me han presentado a un cuentista capaz de enseñarnos que también se conmueve con el llanto ajeno...
Entonces, vuelven a mi las voces de mi abuela y mi madre, levantándome del piso, besando la rodilla y el codo raspados, y diciéndome con tierno pero muy firme tono, Hombre macho no llora. Y yo, que estoy leyendo a Jurado, hago un puchero, tomo un respiro y me pregunto ¿yo machista, machista yo? Y me respondo, Si aquí hasta los enanos lloran, ¡ja! Reír, mejor, para no llenar infiernos con llanto..., reprimir, reprimirse... Así funcionan los traumas infantiles.
Pero, cuando la lágrima triunfa, nada mejor que la literatura. Y como yo he sido invitado aquí para intentar que esta nueva publicación de Esqueletra les resulte apetecible, basta de llantos y venga que les cuento porque hay que comprar Rimel: Hace unos pocos días me encontré con el poeta del romanticismo porno-gore transmoderno ecuatoriano, Fernando Escobar Páez, quien sin saberlo me dio el mejor impulso para escribir esta presentación, pues luego de haber terminado todo el Rimmel, aun no se me ocurría que hacer con él a mas de alargar y endurecerme pestañas, pelos y cuerpos cavernosos.
Gracias, Efra..., por tus palabras, que a la sazón fueron las que siguen: “Mire panita en la vida lo único que salva es recurrir a las libertades fundamentales y al patrimonio de la razón. Así que me planté como macho y le dije, Podrás clavarme ordenes de restricción de todos los colores hasta completar el arco iris con el que nuestro sistema judicial te protege de mi tinta... Por que desde tus pestañas el resentimiento pleistoceno vigila a la puta primigenia que te habita...” fin de cita. Claro me dije y empezaron a fijarse las líneas ya leídas. Por algún sortilegio cervecero vinieron a mi los textos de René como una cábala, como un oráculo, como una lección de vida, catecismo...
Y la voz decía: En “Mitad salado mitad saxofón” que pensaba, su pronostico frívolamente intentó seducirme, y al aparecer alrededor de sus ojos una finísima línea oscura, entendí que los amantes se saben fugaces y por eso su recuerdo es infinito... Que no hay que ver a nadie y menos creer que existen...
Luego llegó la voz Ainoa de nieve y me dijo que bebiera tequila de 62 grados en la antesala obligada de su recinto secreto... Ahí donde se otorga, se regala la oportunidad, como una dádiva de despedida. Donde el amante sabe compartir y el marido es un tirano totalitario y no comprende que la mejor manera de tener es gustar y la peor manera de gustar es tener, como dice Saramago en la isla desconocida. Me fui a los extremos de laberinto y encontré a Cortazar en la mesa de luz encerrando saxofones y ancianas cuidando perros; me quede con ganas de abrirlo y seguir con su otro lado de las cosas...
Y las voces me atacaron feroces, gritaban: Que manía del pelo por abandonarme Mejor tirarme agua fría y dejar mi fealdad en el lavamanos. Que si acabo el desayuno moriré Después del agua la piel no es de uno Louis de Funes ha muerto en un accidente El otro orden está en la inocencia lavada de todo lo cursi, Mordisqueando siempre otro libro...
En medio de ese delirio provocado por Rimmel y don Efra llegué hasta La oscuridad áspera de la sabana, que me enseñó, Mística, una ritualización del contacto sexual que eliminaba toda frivolidad y toda pasión violenta... supe que los celos de él eran mas profundos que los míos. Nunca te me acerques por detrás. Gritó desde el texto, así que decidí acomodar un cuchillo al alcance de mi mano. Y soñé con su lengua que pedía que me la tragara para moverse en mi interior y ser parte mía como una sola llaga dónde cada contacto nos empujaba a meternos dentro del otro... A ser el mercurio de doce termómetros... Afortunadamente todas las noches acaban y esa también pasó hasta el que leí el letrero de: Cerrado, salí al baño, y no pude terminar el café que me sirvieron en la cantina porque adentro había dos hombres decapitados... El texto, delirio, Jurado y yo o, debería decir, Yo vs. Jurado. Vi los plomazos brillar contra el pavimento, luz que salía de almacenes repletos de tazas de baño que pasaban monótonamente como la infinidad de noches que estuve cuidando a los guaguas... Y el, Vaya no mas tranquilo, bajo amenaza de divorcio y tire la cadena...
Seguro me succionó un desagüe de ficción que me llevó a La basílica de musgo con Fatiga, Flaco y Gato que respiran en funda y se lanzan al hueco que se precipita hasta el mármol del piso y por él la iglesia parecía respirar La vie en rose y Ver al diablo en su funda con un solo gramo de azúcar...
Tenía que salir de ese infierno Abriendo un hueco con los ojos. Todo el mundo escapa, recordé y me dije, Cómo, si el niño pudiera ser mi ex hijo y Una mujer dentro de la máquina de escribir estará llorando, llorando siempre... mi madre, mi abuela, las hermanas, las novias. Juró que no volví a llorar pero me quedé como ciudad deshabitada e inconclusa como piñón suelto después de un accidente. Como cadáver de mujer que de entre sus dos enormes piernas expulsa hombres acomodándose las corbatas, cocineras descalzas y coquetas, niños vendiendo a gritos los periódicos, pordioseros..., y, luego se va dejando su placenta regada...
O sea que no puedo ser ¿Yo machista, machista yo? Mujeres, la mentalidad siglo veinte las han transformado en fría indiferencia y orgullo absurdo, en coñac, que es una bebida solitaria... Porque los días de frío son los mejores.. y los días fríos los peores... He de seguir en busca de cariño siempre transformado en otro....Te voy a sacar esa pestaña del ojo. Esto es serio, me digo y acabo con la primera persona del singular. Pero, sí puedo ser el ojo de la cámara y tomar distancia para ver al Peón en cama dama y escucharla a ella burlarse diciéndonos, Se cambian de lugar en vez de darle la vuelta al tablero. Y demostrar que de la defensa al ataque llega el Jaque mate... hum, puedo ser la cámara.
Mirar arriba y ser Andrómeda, ser Nietzsche, Camus, anfetaminas calmantes, gorduras enormes, pliegues profundos, vértigo, y la imagen delgada de una niña que amé, dulce y desgarradora nostalgia... Ser ovillo, graderío, cielo estrellado...
Podré ser ¿El gato? Ir de las tetas al gato, del gato a las tetas..., dejándole al vecino solamente el ligero meneo de un abundante culo al atravesar la puerta... Podré ¿haber hecho lo que él deseaba?, morder a la vecina, meterse entre sus tetas, arañarle las piernas, tocar con sus manitas su vientre esponjoso y los animalitos que seguramente esconde la vecina bajo ese enorme salto de cama con florecitas azules y rosadas. Gato y canario, flaco y gorda, tetas vs. Manos peludas.
Pero, así a la distancia, prefiero ser La botella verde para gritar sin culpa, Ya estoy cansado de tus pendejadas, lárgate, no quiero saber nada más, haz lo que quieras pero no vuelvas. Estas loca igual que tu marido, que todos son iguales... Que viva la sangre porque es el incesto...
Y que la lascivia desate un Temporal y nos permita ver Un objeto que baja desde el cielo en orden y la vecina en la terraza que tal vez se embarazaría y convirtiera en una señora más, en una vieja más, ese día que llovieron mujeres rubias con vestidos de seda rosada. Cien en todo el barrio, un chaparrón pequeñito. Con un saldo de dos heridos y un muerto, por imprudente. Causando graves daños en las instalaciones eléctricas y los tejados, tapando las vías de comunicación y alcantarillado... Temporal de coloradas. Cosecha de rubias en camión.
Y como siempre la cámara es magia, es un truco, porque Rimmel arrastra una trampa y una peluca rubia que cuelga de la mesa central... Y en un naipe los alientos, las soledades, el miedo al soplo final.. Entro en ese dormitorio de la casa donde hallara su reencarnación, su comienzo y su fin... Un hombre desnudo, llorando...
Llorar no le hace daño a nadie, al contrario es saludable y necesario cuando el cuerpo lo pide y la emoción nos empuja. La lágrima pacifica y siempre ha sido purificadora. Renueva y refresca como un manantial que acata y perdona; porque, donde ya no queda más sitio para la lucha o el miedo, entonces, la lágrima vence a la palabra. A riesgo de que se nos marque un rimero de rímel, habrá que seguir bregando. Seguiremos escribiendo por que la lucha no termina con la publicación, no hay cheque que nos detenga y cuando vamos embalados en el papel se deslíe la tinta con la lágrima y a ver, pues, quien vence a la palabra.
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