Vivir, optar y mutar
El
único ser humano que merece vivir es aquel que duda si morirá, escribí al final
del inicio del libro de Marcos Rivadeneira que hoy nos tiene reunidos… Sigo
creyendo en la misma idea, pero al mismo tiempo también pienso en que: con las
palabras todo cuidado es poco pues mudan de opinión como las personas, ya que
el lenguaje nunca será un producto terminado o estático, es un ente vivo,
fluctuante, y como tal puede optar y
mutar. Dudar si moriré me da la
seguridad de que estoy viviendo, pero dudar sobre la muerte del otro, ese
infaltable: No puedo creer que este muerto, de los velorios; seguido del
insustancial lugar común: Si lo vi bien hace solo x días…, esa vana duda no
revivirá a nadie. Entonces, surge en mí la reflexión de Mary Shelley en su
Prometeo moderno: ¿Cómo crear una nueva vida con fracciones de seres que ya
vivieron? Los incorpóreos valores de la
espiritualidad no lo han logrado; la voluntad materialista de la más avanzada tecnología
tampoco, ni los recursos grises de la más negra de todas las hechicerías. La
única respuesta que me tranquiliza es
acercarme a los referentes, a todos los antecedentes de la humanidad,
donde reside la posibilidad de lo inmortal y de la transferencia de lo
consciente. Vivimos en el otro. Somos en mucho parte de quien nos precedió y
estaremos en los que nos sucedan. Y como los referentes están hechos de
lenguaje, decido volverme a mi jardín de letras, a cultivar verbos y palabras
para alimentar relatos que fortifiquen culturas y engendren civilizaciones.
Hasta
aquí este ad demdum al texto que encontraran al inicio de Hermano Sol hermana
muerte y que va como sigue…
A Marcos Rivadeneira,
Le dije un día, ojalá lo recuerde, que según Benjamín Carrión la poesía enseña
la palabra que no oigo y que no digo, el secreto viene anunciando al
poeta. Y cuando la poesía es imagen,
digo yo, habrá que revelarla en aquello que
ni veo
ni proyecto. Ahora, llega con esta
mención creada sobre un poeta de imágenes y muerte, el hermano que nos deja y
se nos fue allá, donde sí se oye y se ve, donde se dice y se proyecta, allá
donde no hay equívocos y todos somos poesía…
¿Sabe
el animal que muere al morir? Hermano sol, hermana muerte. Francisco de Asis…,
está en todos. Y el tema produce una
serie inmensa de cuestionamientos, a mí: ¿sabe la vida que el vivo cree en la
muerte? ¿Habrá en la muerte alguna vida?, por citar un par que brotan de líneas de Rivadeneira como: “cascada vívida,
escondida detrás del mismo señuelo”, “qué imágenes te aconsejaron que no
retrataras al diablo”, “terminó la danza, terminó la noche, te fuiste
murmurando oraciones de colofón”
Todo
lo más bello está escondido. Nada más
escondido que lo que se enreda en la intención y que nunca sonará, lo no dicho
impreso detrás del vaho: Nave cautiva
donde inscribimos la silueta de un árbol, página gris que no se evapora
sin que se lleve algo de nosotros, parafraseando a José Emilio Pacheco. La incógnita permanece.
Muerte,
según Francisco del Rosal en su diccionario etimológico de 1560: “de morte, latín, y éste de moros que en griego es división y apartamiento, y
la mesma muerte, porque la muerte lo es”. En Rivadeneira encontramos ritmos
anchos y largos, polifónicos, que dividen y apartan sin llegar a ser homicidas;
al contrario: anchos como un buen parto, extensos como el primer aliento. La
otra vida me llena cuando cierro el poemario de Marcos y me atrevo a invitar a
los lectores a experimentarlo, porque leerlo no basta. Ojalá suscite en ustedes respuestas o
creación.
Mi
otra calavera
Esa calavera dejó de visitarme
porque un día le pedí, No traigas yermas
tus encías chimuelas.
Desde entonces encuentro uñas moradas
y caninos sangrantes bajo mi almohada.
A veces pienso que son una advertencia
para no deprimirme,
de seguro son su única forma
para decir que aún
me espera hasta cuando yo quiera.
Y,
si algún día pensaste haber llegado a lo sólido
entiende que solo el colchón de musgo
es lo que te cobijara de gratis
asegúrate un buen palco
sobre el telón de los episodios nuevos.
Cuando no sepas si continuar aplaudiendo es prudente
improvisa y llórate un baile,
ríe de muerte y duerme.
El único ser humano que merece vivir es
el que duda si morirá.
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