El buen olfato para los libros lo tiene El Sabueso de Carlos y Ana.
He llegado tarde a todas mis citas hoy. Hubo un par a las que ni siquiera atendí, no las cancelé ni las pospuse, tampoco las había olvidado, las dejé, simplemente, de lado. ¡Qué empresa tan aguerrida y arriesgada!, exclame para mí mismo, pensando en lo que creo que es atreverse a montar una librería. ¿Se hace negocio con La Palabra?, no tenía una respuesta, así como no tuve justificación para mis citas: No me dio el tiempo, pero eso no tiene importancia, no es relevante. Lo que importa es que no llegué nunca y no vale inventar una excusa. Aunque luego me dije, el coraje de El Sabueso, es una muy buena. Y de allí devino un soliloquio angustioso entre la etimología de la palabra Palabra, que hasta hora, mejor tarde que nunca y sin excusas, tratare de reproducir para ustedes.
La palabra y el falo vs la moneda, ¿Qué serafín de llamas busco y soy?
Yo trabajo con la palabra, escrita y hablada, sobre todo la hablada, que hoy, aunque paga mis cuentas, ya no tiene valor. Y, qué curioso, hablar, reflexionaba, proviene de falar o falare y por ende de su raíz más primigenia: el falo. Me asusté, ¡Uyy, mijito!, hubiese dicho mi abuelita, porque en ese momento entendí la relación… Resultaría fácil si pudiese decirles la verdad, No me dio la gana de llegar. No tengo cabeza para trabajar ahora, necesito un aliciente creativo, compartir mis angustias con amigos, pero, eso ¿ayuda? Si pudiera pedir a los Dioses que me arreglasen la agenda, si hubiera quien olfateara la magia que borrase los olvidos y las postergaciones..., alguien que pusiera valor y precio a la falta, una palabra que pague en moneda lícita… falo y palabra nunca han sido buena mercancía.
No, no necesito esoterismo mágico, suficiente con ser amigo de los Sabuesos aquí presentes ¿me perdonarán? Claro, siempre y cuando descubra la fórmula para librarme de la impuntualidad y las irresponsabilidades... La vagancia, mijito, no significa lo mismo que el ocio, decía mi abuela. Cómo me gustaría decir que fui encantado por la carga simbólica del Nombre: Librería El Sabueso, pero eso de las casualidades es tan solo otra mentira de los mentirosos, diría ella. Así es que, deje de tocarse la pirula que eso tampoco es ocio…, me aclara ella en memorias imposibles de borrar.
Es así como se obligan, se empujan las voces. Ven, lo que yo he tenido es pereza de hablar. Sí, una vagancia de Falar. He allí la diferencia: a la vagancia la causa el falo y al ocio el Falare. La palabra que, si mal no recuerdo, es el ser de todas las cosas, pues, recordemos el génesis: En el principio fue el Verbo. Y es que si yo “falo me defiendo solo”.
Casi todos los mamíferos, dice Francisco Umbral, menos el hombre, disfrutan o viven oralmente de su falo, quizá de allí vengan todas las homosexualidades: disfrutar del sexo de otro para ser vicario del propio. Es entonces cuando el falare y el falo se conjugan ya sin ocio, digo yo, pues los adultos que creamos con la palabra, blandimos un falo/daga que imagina por sí mismo. Nuestro falo/falar tiene imaginaciones que la imaginación estándar ignora. De ahora en adelante, les ruego, para no afectar susceptibilidades, aceptar el concepto falo como dijo García Lorca,” El serafín de llamas que busco y soy”, como la Palabra, el Hablar que me recrea y me mantiene vivo porque no la encuentro.
Entonces, colgado en el paisaje que no se ve tras una ventana de transporte urbano, yendo hacia la nada, pues hacia cuatro cuadras que el cuerpo decidió no bajarse, me asaltó otra pregunta y que tal si el falo de falar cobra, no vida, no sustancia, cobra de cobrar, lo elevamos, digo, al sitial de la mercancía. Convertir la Palabra en moneda… Pobre, pobrecito, delira, dirán… Quizá, pero detengámonos un instante y reflexionemos:
En qué Hospital debe restaurarse
la vigencia de la palabra hablada
o sea la parole falante
o el falo gargantuélico
y darle un valor a tan depreciados
caprichos de la especie
falo y palabra crean la nueva moneda
Retomo el falo mercancía del que habla Umbral en su Fabula del Falo, veamos: El falo como mercancía, en una visión economicista del tema, es un objeto sin valor, y en estas nociones defectivas educa la vida al hombre…, dice Umbral, como la palabra de los medios de hoy y por ende de su credibilidad ante el público. Digo yo, y sigue: El desnudo del hombre resulta ridículo y su falo no es más que un proyecto de inversión. Como cuando empezamos a escribir y aun el cuento no recibe premio, falo y palabra, dudosa inversión. Y ambos se tornan en parte de la culpa, referentes de vagancia, que pena por mi abuela, pero ni siquiera representan al ocio y las vemos como cosas despreciables. Y, ¿Cómo ha llegado el falo, un atributo tan sacralizado como los gatos, las águilas y los leones a esta baja cotización? Me pregunto y Umbral contesta, cuando se tiene una cosa que los demás no tienen, esa cosa, por carísima que nos sea, se vuelve monstruosa y nos torna monstruos a nosotros mismos, sus poseedores… El falo/palabra debe pagar por cumplir sus funciones naturales. Y, unas funciones naturales que han de pagar por cumplirse, dejan de ser naturales, se tornan antinaturales, como lo torna todo el dinero y el juego de oferta y demanda. Hay mas oferta que demanda de falos. Aquí tenemos la prueba contundente: tanta palabra ofertada con su precio impreso, cuando en la calle está tan devaluada, casi sin valía: Observemos todo tipo de literatura, dioencia Narrativa I y II, juveniles, infantiles, arte, diseño, fotografia, arquitectura, mente y salud, y el maravilloso Punto ¨C¨ de Comic. Castillos, mundos, universos de palabras
El falo/falare/palabra, es solamente obsceno en los contextos obscenos, luego, la obscenidad está en los demás. ¿Es el falo pornográfico? Claro que existe la palabra pornografía, Aunque creo que ese apartado no lo tenemos en el Sabueso o ¿nos llegaron los ecos? Existe en la medida cínica que da lo que deja de ser deseado para ser contemplado, como la palabra… La pornografía, dice Umbral, la da el cinismo, y el cinismo lo da el distanciamiento. Pornografía y obscenidad, digo yo, son cosa de gente saciada. Los hambrientos de sexo, encontramos el falo sagrado, la vagina sagrada, la palabra sagrada, los cuerpos sagrados y gloriosos. Además, la obscenidad es la Epifanía de lo natural, que el intelectual detesta porque está y es en la Historia. Por lo tanto, el Falo/Palabra es inocente. Así, tan fácilmente, el falo/palabra como queda dicho, en nuestra educación, tan refinada y tan brutal, pasa sin transición de no valer nada a valerlo todo, a pagarlo todo, se convierte en la nueva moneda con un tipo de cambio sustentable.
Salvador Paniker, dice, Quiero no ser distinto de mi cuerpo. Quiero no tenerle miedo a mis enfermedades. Al corazón, solitario músculo mecánico, se le atribuyen todas las emociones y erecciones que son puramente fálicas. Te lo digo de corazón, decimos cuando queremos decir...No sé, ¿qué creen ustedes? Tengo el corazón en la boca, cuando se nos atora el falar, la palabra. Ese lenguaje corazonal es realmente falo/vaginal. ¿Por qué la humanidad, bajo cualquier cultura o religión, no soporta el falo?
Ahora a la palabra convertiremos en medio
de intercambio fiduciario
el tipo de cambio vamos a invertirlo
ahora una palabra valdrá mil imágenes
Peseta y euro se desmayaron
Dracma y euro sufren
yuang y lev pintan un escudo penecrático
falar y falare son hoy monedas históricas como el falo
Al verbo que es Dios, al hablar, falar, falare y al liberto falo les he sentido un saborcillo a Dog chow, o vaya usted a saber que nutre a este Sabueso, que como el falo/palabra, la nueva moneda, en su grandeza permanecerán porque son prehistóricos.