lunes, 7 de noviembre de 2011
Y tu abuelo tambien
Después del tiempo nos quedará el instinto.
Extracto de una conversación telefónica con mi hijo sobre la poesía de su abuelo, por Sara del Campo
HORAS
Tengo el presentimiento
De no volverte a ver; tengo la duda
De la existencia de mi amor, y siento
Que me llena de magnifico aislamiento
Que aconsejara Bhuda
Ah! Pero en mi tortura
Tu rostro tiene suavidad amiga
De la luz brillando en una selva oscura,
Pues eres en mi noche de amargura
Único lazo que al vivir me liga
En mi negro Calvario
No tuve como Cristo la serena
Piedad de un corazón, ni la melena
De una dulce y discreta Magdalena
Ungió mis pies heridos. Solidario
No mendigué limosnas de cariño;
Derroché juventud, amor, riquezas
I para el culto azul de la Belleza
Pese a los años, me conservo niño!
Hice latir extraños corazones
Al cantar de mis canciones,
Que desdeñan afeites i artificios,
I al ir entre las zarzas del sendero,
Preferí a ser dilecto, ser sincero,
E hice el elogio de mis propios Vicios!
Tuve una Fe? Quién sabe! Tan lejano
Está todo lo viejo de mi vida.
Y sin embargo espero. Alguna mano
Se tenderá con ademán cristiano
A restañar la sangre de mi herida.
Ysidro del CAMPO y DROUET
El poema Horas de la autoría de Ysidro del Campo y Drouet, se publicó en el Volumen I de la revista de literatura “Renacimiento”, aparecida entre 1916 y 1917 en Guayaquil bajo la dirección de Falconi Villagomez, José María Egas y Wenceslao Pareja y teniendo como Jefe de Redacción a Medardo Ángel Silva. Producto de la histórica Librería e Imprenta “Gutemberg”.
Casi un siglo ha transcurrido ya desde que del Campo hubo presentido la duda del amor verdadero y desde que se cuestionó sobre los pasadizos y atajos que habría que sortear el ser humano para aprender a vivir. Para ese momento, el autor, no contaba aun con dieciocho años pero conocía la tortura auto infringida de los Vicios (como el mismo los nombra, con mayúscula), el culto azul (color tradicional del láudano con ajenjo) a la Belleza; y, tal como los adolescentes Emos de hoy no necesitaba mendigar afecto pues se conservaría niño.
Cuando el final de los tiempos llegue tan solo el tiempo se habrá ido y quedaremos los instintos y la huella de que vivimos; por eso la historia de la humanidad es una constante noria que se repite y repite para asentarse profunda, para no dejar duda de que existimos porque un día amamos, de que fuimos porque una vez nos sentimos solos, que estuvimos porque lo catamos todo, que sufrimos porque buscamos una Fe, cualquiera. Amar, ser, estar, sufrir ingredientes ineludibles de la existencia lo son también para el arte en la poesía adolescente de del Campo, en la cual se descubre como subtexto diferentes aristas del Placer Bizarro: el aislamiento, el resplandor en la selva oscura, el negro Calvario y su discreta melena, el culto azul (ya mencionado), las zarzas del sendero; y la espera por la sangre en la herida (muy Jodorowsky).
No quiero hacerlos rondar en torno a lo absoluto cuando el análisis se pertenece al escepticismo, mejor digamos como Flaubert, que seremos místicos mientras no creamos en nada. Entonces diremos que del Campo utiliza la técnica de la contradicción en su poema Horas y nos señala doctamente que existe un solo placer que es nuestro, tan humano: el del conflicto como tal. En palabras de Cioran: …somos espíritus convulsivos, fanáticos de lo improbable, descoyuntados entre el dogma y la aporía, estamos tan dispuestos a saltar hacia Dios por rabia como seguros de no vegetar en El.
Tuve una Fe? Se preguntó del Campo cuando se sentía tan lejos de lo viejo permaneciendo niño. La fe no tiene tiempo y el tiempo es tan solo la repetición de nuestra nada… 1916 a 2011; no hay contradicción entre estas ideas, ¿verdad? Pues, el devenir se refiere al ser que proyecta y se proyecta, a la existencia desintegrada por la esperanza.
Extracto de una conversación telefónica con mi hijo sobre la poesía de su abuelo, por Sara del Campo
HORAS
Tengo el presentimiento
De no volverte a ver; tengo la duda
De la existencia de mi amor, y siento
Que me llena de magnifico aislamiento
Que aconsejara Bhuda
Ah! Pero en mi tortura
Tu rostro tiene suavidad amiga
De la luz brillando en una selva oscura,
Pues eres en mi noche de amargura
Único lazo que al vivir me liga
En mi negro Calvario
No tuve como Cristo la serena
Piedad de un corazón, ni la melena
De una dulce y discreta Magdalena
Ungió mis pies heridos. Solidario
No mendigué limosnas de cariño;
Derroché juventud, amor, riquezas
I para el culto azul de la Belleza
Pese a los años, me conservo niño!
Hice latir extraños corazones
Al cantar de mis canciones,
Que desdeñan afeites i artificios,
I al ir entre las zarzas del sendero,
Preferí a ser dilecto, ser sincero,
E hice el elogio de mis propios Vicios!
Tuve una Fe? Quién sabe! Tan lejano
Está todo lo viejo de mi vida.
Y sin embargo espero. Alguna mano
Se tenderá con ademán cristiano
A restañar la sangre de mi herida.
Ysidro del CAMPO y DROUET
El poema Horas de la autoría de Ysidro del Campo y Drouet, se publicó en el Volumen I de la revista de literatura “Renacimiento”, aparecida entre 1916 y 1917 en Guayaquil bajo la dirección de Falconi Villagomez, José María Egas y Wenceslao Pareja y teniendo como Jefe de Redacción a Medardo Ángel Silva. Producto de la histórica Librería e Imprenta “Gutemberg”.
Casi un siglo ha transcurrido ya desde que del Campo hubo presentido la duda del amor verdadero y desde que se cuestionó sobre los pasadizos y atajos que habría que sortear el ser humano para aprender a vivir. Para ese momento, el autor, no contaba aun con dieciocho años pero conocía la tortura auto infringida de los Vicios (como el mismo los nombra, con mayúscula), el culto azul (color tradicional del láudano con ajenjo) a la Belleza; y, tal como los adolescentes Emos de hoy no necesitaba mendigar afecto pues se conservaría niño.
Cuando el final de los tiempos llegue tan solo el tiempo se habrá ido y quedaremos los instintos y la huella de que vivimos; por eso la historia de la humanidad es una constante noria que se repite y repite para asentarse profunda, para no dejar duda de que existimos porque un día amamos, de que fuimos porque una vez nos sentimos solos, que estuvimos porque lo catamos todo, que sufrimos porque buscamos una Fe, cualquiera. Amar, ser, estar, sufrir ingredientes ineludibles de la existencia lo son también para el arte en la poesía adolescente de del Campo, en la cual se descubre como subtexto diferentes aristas del Placer Bizarro: el aislamiento, el resplandor en la selva oscura, el negro Calvario y su discreta melena, el culto azul (ya mencionado), las zarzas del sendero; y la espera por la sangre en la herida (muy Jodorowsky).
No quiero hacerlos rondar en torno a lo absoluto cuando el análisis se pertenece al escepticismo, mejor digamos como Flaubert, que seremos místicos mientras no creamos en nada. Entonces diremos que del Campo utiliza la técnica de la contradicción en su poema Horas y nos señala doctamente que existe un solo placer que es nuestro, tan humano: el del conflicto como tal. En palabras de Cioran: …somos espíritus convulsivos, fanáticos de lo improbable, descoyuntados entre el dogma y la aporía, estamos tan dispuestos a saltar hacia Dios por rabia como seguros de no vegetar en El.
Tuve una Fe? Se preguntó del Campo cuando se sentía tan lejos de lo viejo permaneciendo niño. La fe no tiene tiempo y el tiempo es tan solo la repetición de nuestra nada… 1916 a 2011; no hay contradicción entre estas ideas, ¿verdad? Pues, el devenir se refiere al ser que proyecta y se proyecta, a la existencia desintegrada por la esperanza.
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